Sionismo y judaísmo: definiendo la terminología
Lo que sigue son las palabras de una conferencia dada por el rabino Yisrael Dovid Weiss en la Asociación Unida para Estudios e Investigaciones (UASR). Estas palabras fueron pronunciadas en una mesa redonda que tuvo lugar el 14 de marzo, por invitación del jefe de redacción del MEAJ Dr. Ahmed Yousef.
Me corresponde hoy hablar sobre judaísmo y sionismo. Tomando en cuenta las acepciones corrientes en los medios masivos,parecería que sionismo y judaísmo son redundantes. ¿Acaso no se trata de una misma y única cosa? ¿Es que los judíos no son por definición sionistas? Esto es totalmente falso, como espero demostrarles al final de esta intervención. Pero es una impresión muy difundida, tanto entre judíos mal informados como entre los no judíos.
Corregir un dato histórico en el caso de una falsificación siempre es benéfico, pues como todos sabemos, “el sello del Creador es la verdad”. En el caso del sionismo no se trata solamente de un error al nivel académico. Se trata de un error que ha causado muchas muertes y destrucciones en el pasado, y seguirá produciendo en el futuro sin remedio, (no lo quiera Dios) si se deja sin corregir.
En realidad espero y rezo porque hoy sea el primer paso de un proceso que podrá llevarnos a una solución justa para lo que es la agonía del Oriente Medio, o por lo menos, un alivio al sufrimiento del pueblo.
El triunfo de la falsedad
Empecemos por una simple pregunta. ¿Cómo es que ha triunfado la mentira que iguala al judaísmo con el sionismo? ¿Por qué algo cuya falsedad es tan fácil demostrar, ha logrado capturar las ciudadelas de la opinión pública occidental? Y al final, ¿qué podemos hacer nosotros al respecto?
La historia la escriben invariablemente los que salen victoriosos de sus convulsiones. En el caso del forcejeo sionista-palestino del siglo pasado, este factor coloca inmediatamente al Estado israelí, a sus propagandistas y apologistas internacionales, en posición de timoneros ideológicos.
En segundo lugar, el sufrimiento del pueblo judío durante la Segunda Guerra mundial en Europa creó una simpatía extraordinaria entre los pueblos del mundo entero, y esta simpatía sincera y recomendable es lo que viene explotando la máquina de propaganda sionista desde 1945.
Por fin, los propagandistas sionistas siempre son muy dados a la censura y a los enfrentamientos tácticos. Es muy útil en este sentido leer al antiguo congresista Findley quien escribió un libro titulado Ellos se atrevieron a hablar (They Dared to Speak Out). Es el recuento vergonzoso de los inmensos recursos que el lobby sionista empeñó en destruir la carrera de ciertos políticos de Estados Unidos, todos los que habían alzado la voz contra el sometimiento de esta nación a Israel.
Por supuesto, los judíos antisionistas de todas las orientaciones políticas y religiosas experimentan el látigo del movimiento sionista, desde sus inicios. En 1924, un estudioso judío holandés, el Dr. Jacob Israel de Hahn, que fue secretario del rabino Yosef Chaim Sonnenfeld (1849-1932) rabino en jefe de Palestina (benditas sean sus memorias), fue asesinado cuando estaba regresando de sus rezos del atardecer fuera del hospital Shaarui Zedek en Jerusalén. Su crimen era haber entablado discusiones con dirigentes árabes que ofrecían una alternativa a la hegemonía sionista. Sus asesinos eran miembros de Haganah, una organización sionista mal llamada “organización de defensa”. De hecho, el Dr. de Hahn puede ser descrito como la primera víctima de la violencia sionista en Tierra santa.
Pero fuera de un círculo limitado de judíos antisionistas, este asesinato cobarde y a sangre fría es completamente desconocido.
Igualmente desconocido del público en general es la facilidad con la cual los sionistas se volvieron en contra de sus compañeros judíos, como en el hundimiento de los barcos cargados de refugiados judíos, con los que se contaba despertar la simpatía mundial, como el S.S. Patria en 1940 y el S.S. Struma en 1941, que le costaron la vida a 276 inocentes judíos en el caso del primero y 769 en el caso del último.
Se conocen mejor las campañas de terror estatal contra inocentes árabes y británicos. Obviamente este movimiento no valora para nada la vida humana, y no tolera la crítica pública.
Por suerte, sin embargo, le falta al sionismo el arma más poderosa en cualquier arsenal ideológico, pues no tiene la verdad de su parte.
Por esto es que hoy en día a pesar del poder del lobby sionista y el servilismo hasta una fecha reciente de la mayoría de los políticos, medios e instancias educacionales aquí en América, a sus dictámenes, el bloqueo está llegando a su fin.
Hay más y más gente cuestionando la versión sionista de la historia.
En la ONU y por toda Europa ya se han planteado estas cuestiones, y se han contestado ampliamente. Las respuestas suman una variedad de críticas al Estado de Israel. Algunos se centran en la crítica de las prácticas israelíes. Otros apuntan a la filosofía subyacente a todo esto.
Neturei Karta internacional siempre ha estado el frente de aquellas voces que se han levantado en oposición al sionismo.
Nuestra oposición nos ha llevado por el mundo, desde Yemen e Irán hasta África del sur y Ginebra, y a atender el año pasado la conferencia de la ONU sobre el racismo (y espero que tengamos copia de las conferencias allí pronunciadas por nosotros). Los que nos apoyan resistieron la censura y el terror sionista en las calles de Jerusalén, Manhattan, Londres, Manchester, Montreal y dondequiera que existan comunidades judías ortodoxas.
Pero estamos yendo más adelante. Para entender las fuentes del desgarre actual de Medio Oriente, debemos definir nuestra terminología. ¡Qué es judaísmo, y qué es sionismo?
Definiciones
El judaísmo es la fe del pueblo judío. Tiene sus raíces en la revelación en el Monte Sinai donde Dios le dio la Torah a la humanidad. Las doctrinas y leyes reveladas allí al pueblo judío nos obligan para siempre. Los estudiosos y santos judíos llevan siglos explicando la Ley. Y estas explicaciones forman parte a su vez de nuestra tradición.
Esta definición del judaísmo fue universalmente aceptada por el pueblo judío hasta el amanecer de la etapa llamada de las Luces en Europa. En el albor del abandono masivo de Dios, muchos judíos lo mismo que muchos cristianos y musulmanes en el mundo entero, llegaron a rechazar sus creencias.
Con la idea de crear una religión fabricada por el hombre, surgieron movimientos tales como la reforma, el judaísmo conservador y reconstruccionista. Estos movimientos tenían en común el rechazar algunos, muchos o todos los puntos básicos de la fe en la Torah.
Exilio y redención
Uno de los artículos principales de la Torah es que el creador premia y castiga a la humanidad.
En varios de los libros proféticos del Antiguo Testamento, se advirtió al pueblo judío que una rebelión seria contra la voluntad de Dios acarrearía el castigo más severo. Si no recapacitaban, esto podía llevar a la ruina del Templo sagrado en Jerusalén y al exilio de la totalidad de la nación judía.
Así, amigos, en estas antiguas profecías es donde empieza la pelea entre judaísmo y sionismo.
Y llegaron a producirse todos los horrores anunciados. Fueron expulsados los judíos de Tierra santa. El primer exilio, también conocido como cautiverio de Babilonia, sólo duró 70 años. Por una serie de acontecimientos milagrosos el pueblo fue devuelto a su tierra. Esta secunda entrada dio lugar a la reconstrucción del Templo. El segundo Templo estuvo allí desde hace unos 2500 años, y hasta 1900 años atrás, cuando fue destruido. Esta vez, la causa fue nuevamente la pésima conducta del pueblo al cual le correspondía cumplir con exigencias muy altas de la Divinidad.
Pero las profecías de desgracia venían acompañadas con promesas de consuelo. El exilio no duraría siempre. Vendrían años de dispersión, muchos de ellos padecidos junto con la persecución. Pero todavía estaba la promesa de que el pueblo volvería a la tierra, aunque el retorno no estaba en poder de los seres humanos. Lo anunciaría el advenimiento de Elías el profeta acompañado por muchos milagros. Y esta vez la redención no llegaría solamente para el pueblo judío sino para el mundo entero. Se les enseñó, por medio de los profetas y sabios siguientes, que su exilio era el castigo por sus pecados. Esto significaba que el único camino razonable y permitido para poner fin al exilio eran el arrepentimiento y la oración.
Sugerir que uno pudiera usar medios políticos o militares para huir del mandamiento divino era visto como una herejía, una negación del gobierno divino sobre pecado y perdón. Y así, fueron pasando los siglos mientras el pueblo judío rezaba y esperaba los milagrosos acontecimientos de la redención.
Durante estos largos años no hubo un judío que sugiriera que el exilio pudiese concluir por intervención humana; y eso consta en un pueblo que siempre ha estado estudiando y escribiendo sobre ello.
Tierra santa siempre fue venerada, por supuesto, y pequeñas colonias, casi uniformemente dedicadas a la oración, la contemplación y el estudio se establecieron allí.
Sólo a finales del siglo XIX entre judíos muy alejados de su fe empezó a proclamarse que el exilio era el resultado de la debilidad judía. Theodore Herzl y un puñado de gente, todos ignorantes y no observadores de la Torah, empezaron a implementar el proceso que en el siglo siguiente iba a producir sufrimientos jamás vistos tanto para judíos como para palestinos.
La oposición rabínica
Estos sionistas tempranos se encontraron con la oposición de la dirigencia rabínica de la región.
Dicha oposición se basaba en cuatro afirmaciones.
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El concepto mismo de sionismo era una refutación de la creencia tradicional de la Torah en el exilio como castigo y redención, en dependencia de la penitencia y la intervención divina.
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Los sionistas eran muy anti-religiosos. Su pretensión de representar al pueblo judío vino después. ¿Cómo pueden los que rechazan el judaísmo convertirse en dirigentes de los judíos? Su natural instinto los llevaba a combatir la observancia de la Torah.
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El sionismo estaba totalmente indiferente hacia los no judíos en general, y hacia el pueblo palestino que ya vivía allí. Su política opresiva iba a causar forzosamente mucho dolor y sufrimiento, y tenía que llevar a la judería mundial a conflictos innecesarios con las naciones del mundo entero.
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El sionismo llevaría a los judíos a ser menos leales a los gobiernos bajo cuya protección vivían en el exilio. Esto debilitaría el patriotismo judío y exacerbaría los conflictos entre judíos y gentiles.