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Antiguo Egipto

1.La invención de la huelga


En noviembre de 1152 a.C. los artesanos y trabajadores que construían la tumba de Ramsés III en el Valle de los Reyes iniciaron una huelga. La causa inicial de esta huelga fue el retraso de 18 días en la llegada de los alimentos asignados, que habían sido robados por el gobernador de Tebas y sus secuaces.
Los obreros abandonaron las obras y se dirigieron hacia el Rameseo, el templo funerario de Ramsés II, donde estaban los graneros. Sedientos y debilitados por el hambre, los huelguistas amenazaron con dirigirse directamente al primer ministro y al faraón.
Los funcionarios del templo, atemorizados por las amenazas, decidieron distribuir los alimentos exigidos, correspondientes a la ración mensual: cuatro sacos de trigo y un saco y medio de cebada. Tras el reparto los artesanos volvieron a la necrópolis y reemprendieron su trabajo.

2. La Cenicienta egipcia


Varios historiadores musulmanes del siglo XII recogieron el rumor de que el cadáver de una bella cortesana, llamada Rhodopis, fue encontrado en una sala anexa a la gran cámara de la pirámide de Micerino (Menkaura), el faraón de la IV dinastía. La historia de Rhodopis fue narrada por la poetisa griega Safo de Lesbos, quien se la oyó a su hermano, comerciante de vinos en Naucratis. Según éste, Rhodopis era bellísima y su tumba fue costeada por sus amantes; por alguna razón desconocida los restos de la joven acabaron en la pirámide de Gizeh, aunque éste no era el lugar en que habían sido enterrados.
Estos mismos historiadores recogieron una leyenda sobre Rhodopis y Micerino, en la que podría estar basada la afirmación inicial. Mientras la bella joven se bañaba en el río, una golondrina le arrebató una sandalia. El ave voló y voló hasta llegar al palacio de Menfis, pero entonces, cansada, dejó caer la sandalia sobre el jardín. La suerte quiso que el faraón estuviera administrando justicia en ese lugar y que la sandalia cayera en sus manos. Cautivado por la perfección de la sandalia, el faraón decidió enviar emisarios a los cuatro rincones de su reino para encontrar a la doncella que había calzado aquella prenda caída del cielo. Tras muchos intentos fracasados, logró encontrar a Rhodopis y la hizo su amante.

3. Metáfora


El término «faraón» deriva de la traducción al griego de la expresión Per-aa, que significa «gran morada».
El pueblo egipcio acertó al pensar que como el rey era quien vivía siempre en el palacio más grande y espléndido, la misma palabra bastaba para referirse a él y a su residencia.

4. Los egipcios no se besaban en la boca


Los besos en la boca no fueron una práctica entre los egipcios hasta el siglo VI a.C., cuando los griegos los pusieron de moda en el país del Nilo. Hasta entonces los amantes juntaban sus narices para intercambiar el aire respirado, ya que creían que de esta manera tomaban una parte de la esencia del otro.

5. Un desodorante indiscreto


Las altas temperaturas de Egipto hacían que la depilación de todo el cuerpo fuera una práctica muy habitual. Las mujeres se colocaban un recipiente transparente, lleno de ungüento perfumado, sobre la peluca con que se cubrían la cabeza rapada. Con el calor, este producto se derretía y llenaba la estancia de un agradable aroma, con lo que se evitaba que el ambiente en las fiestas y los banquetes se convirtiera en algo molesto para los invitados.

6. Manjares en el país del Nilo


Los invitados a un banquete solían dividirse en dos grupos, ya que las mujeres y los hombres se sentaban separados. La comida era amenizada con música, y la sobremesa con más música, bailes y acrobacias.
En los grandes banquetes los anfitriones solían servir platos exóticos y de difícil elaboración para sorprender a sus invitados, como las tripas de hipopótamo y la carne de cocodrilo. La peligrosa caza del hipopótamo (en griego: ‘caballo de río’) se practicaba en el Nilo. Su carne, tierna y grasa, era tan apreciada como sus vísceras —el hígado, era un manjar exquisito para los antiguos egipcios— y el tuétano de los huesos.

7. El amor por las mascotas


Los antiguos egipcios no sólo embalsamaban personas sino también a algunos animales. Sobre todo gatos. Las momias de los animales eran conservadas con el mismo esmero que las de sus amos y colocadas en su tumba para que les hicieran compañía en la otra vida. También se han encontrado cadáveres embalsamados de musarañas, cocodrilos, serpientes, leones, halcones, bueyes, hipopótamos, perros, hienas, monos, peces, toros, ibis y muchísimos otros animales que eran ofrecidos a los dioses o pertenecían al panteón sagrado. En total se calcula que más de 700 millones de animales fueron momificados en el Antiguo Egipto. Por ejemplo, en unas excavaciones llevadas a cabo en la antigua Hermópolis (Tuna el-Ÿabal), se descubrieron cuatro millones de ibis —el pájaro sagrado del dios Tot— momificados, aunque los arqueólogos creen que esta cifra se habrá duplicado cuando concluyan los trabajos.

8. La igualdad de las mujeres


Las mujeres egipcias gozaron de más derechos y libertades que por ejemplo, las griegas y romanas que estaban sometidas totalmente a sus maridos. En Egipto una mujer no sólo podía dedicarse a actividades como la medicina, la escribanía, el pilotaje de barcos o la dirección de obras, sino que podía llegar a ser faraón o sumo sacerdote.
Recibían el mismo salario que los varones por su trabajo y, por tanto, también la misma pena cuando cometían un delito. Solían casarse entre los doce y los catorce años, y establecían contratos para preservar su patrimonio en caso de divorcio.

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